
Último fruto de la tierra
para el único pájaro del aire
Pierna
del amputado
Faro del cielo
sobre los barcos de la desgracia
Diminuto reptil de nuestras sombras
que termina comiéndose al gato
Tentáculos que van
desde los pantanos de la muerte hacia el crujido de los huesos
Cabello que tornó erótica
la retina de los ángeles
Reyes en harapos
que te lamieron los pies
Sonrisa motivo de algún dios
para el pecado
Caricia
que fragmentas murallas
Viuda
vestida de blanco
Mares turbulentos
que desembocan en estanques
Ratas de la urbe
que brillan cuando te ven porque se tragan las luciérnagas
Lágrima jamás profanada
por los tábanos
Árbol
que mellas el mordisco del hacha
Relámpago
de las tinieblas
Bastón
que rajas la corriente
Pájaros que nacen
por cada piedra encajada en el aire
Voz
con certidumbre de ala
Ternura
del asesino
Crueldad
del santo
Ángel arrollado en las autopistas de nuestras propias miserias
Ruega por nosotros
Amén.
Mardon Arismendi