De vuelta al fuego
a la cama del hospital
a todo el tiempo perdido.
El pabellón está ante mí otra vez,
observo sus pasillos.
Los reptiles se aferran a la cama,
soy uno de ellos.
En la línea del frente
repto con patas ovíparas
por el suelo del hospital,
donde las enfermeras miran
con ojos predadores.
-William, claro que hay flores en el infierno,
¿pero qué clase de flores?
Abro lentamente la puerta:
adentro una habitación
amenaza con calcinarse.
Miguel Chillida
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