lunes, 29 de junio de 2009

Padre...




Padre,
de madrugada en madrugada
voy arrastrando tu cadáver,

tu grito sedimentado,
tu hora imposible en todos los relojes,

el signo hostil que me dejaste
y que ahora reclama ser devuelto a la ceniza:

tu cuerpo,
todo mordaza y pasos perdidos,

en el que se filtró la noche
para hacerse irremediable.

Adalber Salas (de su libro inédito Extranjero)

El sol no se arrepiente...




El sol no se arrepiente
del mediodía que les procura en el piso.

Es abril y las hojas lo han manifestado.

Secas, plantan su estruendo
tras mis pasos y no hay huellas,
nadie recuerda su dolor.

Entre ellas se hace saber el sueño,
esa infinita inauguración sobre la teirra.

Llegan desde las alturas,
hacen época en la nostalgia
y un mes las ayuda a despedirse del aire.

Los árboles se despojan
de esas plumas en sombra.

Dejemos a esas sombras secas
saber de nosotros.

Y juguemos con algún trozo de la tarde.


Juan Luis Landaeta

Una mano que ve...




Una mano que ve
lo que los ojos no alcanzan
y poco a poco
va palpando una ausencia
con formas
colores
y texturas inaccesibles
para las pupilas

Una mano que descubre
lo que los ojos no hayan
y palmo a palmo
identifica lo inexistente

descubre la luz
en la oscuridad de la memoria

Una mano
que mira
y palpita sensaciones
a flor
de iris

Ojo y tacto
mano y visión

Dos sentidos conjugados
en busca

de lo imposible


Beatriz Ramos