martes, 30 de marzo de 2010

Jacqueline Goldberg



Este 25 de marzo pasado, Jacqueline Goldberg nos hacía una segunda visita al Taller de la UCAB. La primera fue hace unos 18 años, creo. Teníamos un par de ellos al frente de esas reuniones semanales que ya se extienden a lo largo de dos décadas. Y que se dice fácil. Su locuacidad esa noche no tuvo nada que ver con la botella de vino que nos atrevimos a descorchar en su honor, pues apenas mojó sus labios. Antes, ya había iniciado el recorrido por su historia de la escritura personal, desde la infancia lejana y los cuentos que constituían un mundo exclusivo para la autora, una suerte de escape a (o refugio de) un mundo exterior que se mostraba "agresivo". La ficción del cuento fue cediendo paso a la poesía, pues ésta prometía una determinada velocidad, rapidez, fluidez, brevedad, contenedora del mundo paralelo que le permitía la escritura literaria. Mas, no obstante esta más que evidente inclinación de la balanza del lado de la palabra, los estudios universitarios la bautizaron en la Escuela de Economía, sólo para descubrir -a los pocos meses- que Letras estaba aguardándola.

El Taller de "Bellas Artes" y el Diario Crítica, abrieron las puertas de las primeras publicaciones que -casi de inmediato- la conducirían, siempre por mediación del bendito azar y de la magia de la poesía, a los codiciados predios del Papel Literario de El Nacional, puerto favorable gracias a la intervención del poeta Luis Alberto Crespo. Corría el año de 1984 cuando el poeta de Carora acudió al Taller de Bellas Artes y le soltara: "¿Tú eres Jacqueline? Yo pensé que eras una catira alta y de ojos azules". Es claro que la fuerza de su poesía, aunada a la fantasía que desprenden los nombres por sí mismos, habían construido una imagen, si bien antípoda de la real, nunca reñida con la extraordinaria mujer que llegaría a publicar Luba (1988) o Máscaras de familia (1991).

La historia de sus libros (y las que estos acunan en sus páginas) son la suya propia. Su voz es una persecución implacable de sí misma a través de la intrahistoria familiar. Luba, por ejemplo, dejará de ser la leyenda viva de la familia para transfigurarse en la voz que no sólo se debate en el libro homónimo, sino también en Treinta soles desaparecidos (1986), Trastienda (1991), La salud (2002), Autopsia (2006) e incluso ese experimento verbal y sentido que representa El orden de las ramas (2003).

La realidad acosa, es cierto... pero no lo hace en menor grado que la poesía. Cuando ésta muerde a su presa no la suelta, a menos que cortes su cabeza. Pero ¡qué difícil es decapitar al galápago de voz oblicua que nos acontece! La tristeza de sus ojos no permite tregua alguna. Este ser, como la muerte, vive a la sombra de la sombra y se confunde con los claroscuros cotidianos. Por eso es tan difícil tener la certeza de haberlo visto.

Dos evidencias de la terquedad se cuelan entre frase y frase, mientras la incipiente noche avanza con paso decidido hacia el sendero que marcan las horas y el final de la sesión: insistir en que Una señora con sombrero no es un poemario y que se trata de un libro para niños. Discrepamos con la autora, pero respetamos sus enredos... porque la poesía es una gran embaucadora y no sólo tiende trampas con el lenguaje sino que se solaza en nuestros actos más cotidianos. y nos nubla la vista para verlos con claridad

Mientras el morrocoy arrastra su pesada carga, parte inseparable de sí mismo, y se empeña en reptar por el mesón que nos congrega en torno a la palabra de Jacqueline Goldberg, sus poemas van y vienen, leídos con absoluta desvergüenza... De los no leídos, pero siempre presentes, copio este para demostrar cómo la autora siempre ha confesado una búsqueda insistente, una testaruda indagación, una persecución de algo, de alguien, ¿de sí misma?, ¿de una parte de sí?... que se asoma en sus palabras y se oculta bajo su cama...

Me hallarán sentada
en el borde de la cama
tratando de hallarte
repitiendo
nombres imposibles
gemidos dispuestos
a regresarte
a ningún lugar de mí

Miguel Marcotrigiano L.
Poema de Jacqueline Goldberg (Máscaras de familia)