jueves, 29 de abril de 2010

Muerte de hipotálamo


Quédate junto a la orilla de este andrajoso silencio
de esta ignorancia sin paciencia
Quédate y no me abandones a los cometas
ni al reptil deseo de los vientos
que quieren verme suspendida

Besa a tu partida
la comisura de mis presagios

Adiós a todo lo que soñé en estos ríos de tormenta
a los barcos que se hundieron en nuestras pieles
a las imágenes que me acompañaban
en el naufragio permanente de la memoria

Adiós a tu cuello de almendras
y a esos ventrículos saturados de miel

Adiós en esta noche de cebada oxidada

Me despido
de las horas en que bailabas en mis pestañas
a la luz de los horizontes marinos
a la sombra de los manglares nerviosos


Loredana Volpe