viernes, 12 de marzo de 2010

Eleonora Requena



Un decir entrecortado, interrumpido por momentos que, más que reflexión, parecía dar cuenta de unas palabras atoradas en la garganta, denotativas de unos asuntos difíciles de tratar y expresar, caracterizó gran parte de la visita con las que nos honrara Eleonora Requena (Caracas, 1968). Ella representa, quizás, una de las voces más auténticas de la poesía venezolana de los noventa. Su poesía, "escupida" en cinco breves libros, ha venido mostrando que efectivamente se dirige hacia algún lado. ¿Evolución? ¿Involución? ¿Disolución?... El asunto no es fácil de concretar. Sólo el ojo propio y entrenado en estas lides con la palabra oblicua permitirá una apreciación al respecto. El lector tendrá que pasearse y detenerse en los poemas (los últimos ¿lo son?) contenidos en sus títulos: Sed (1998), Mandados (2000), Es de día (2004), La noche y sus agüeros (2007) y Ética del aire (2009).

Elenora Requena fue, si no gestada, forjada por la naturaleza de la palabra en los talleres de poesía: primero en éste de la UCAB, cuando fue conducido por Leonardo Padrón; luego en el del CELARG, guiada por la sabia mano de Yolanda Pantin. Quienes descreen de la labor de los talleres tienen acá, en la poesía de esta autora, un contundente argumento en contra.

Ante el silencio reverencial de los asistentes a esta sesión, las primeras lecturas (holladas por el ritmo y la filigrana de un lenguaje influenciado por las lecturas de los clásicos españoles) iban desgranando una cierta inseguridad ante lo escrito ya hace tiempo... "Jadeos, murmullos" -intentaba asir por medio del concepto la poeta. "Estos poemas -se refiere a los de Sed- están muy influenciados por esas lecturas predilectas, ante las que sólo guardas silencio". Los textos de hoy, de los que a veces la misma autora duda de su cualidad poética ("seducciones, trampas de lenguaje, sátiras, travesuras") han dado un viraje, un golpe de timón tremendo que se refugia a veces en la imagen, en la metáfora fabricada... Y explica: "Quizás se trate de un saboteo a lo que hacía". La conciencia se aferra a la idea de una estrategia perseguida a voluntad.

Un tema que nos colocó contra la pared fue el de la influencia de lo virtual y las nuevas tecnologías en la literatura, en la creación, particularmente en la escritura del poema. Y no se trata sólo del asunto del receptor, de la relación con ese otro, ni de las nuevas formas de distribución del texto. El quid se halla más bien en la producción de unos textos más rápidos, vertiginosos, inmediatos, productos como de un juego que, claro está, también dejan su impronta en quien se encuentra del otro lado de la pantalla.

En medio de revelaciones y confesiones, la poeta fue introduciendo, sincopadamente, otros muchos asuntos: la construcción del texto, las referencias, las interferencias de éstas o sus aportes al poema, las relaciones entre otras artes y la poesía, la imagen producto de la plástica y el diálogo con su trabajo, etc. También dijo de los escritores a los que acude siempre y de lo que éstos tienen de hipnóticos. Varios nombres se fueron mostrando y las mentes viajaban a esos otros universos, en medio de una tensión que poco a poco fue cediendo paso a una "ya vieja amistad": Joao Cabral de Melo Neto, Ana Cristina César, Macedonio Fernández, Margareth Atwood, Rosela Di Paolo, David Foster Wallace...

Acá, un breve texto de su plaquette Es de día, quizás ya un asomo de los nuevos derroteros que ha tomado la palabra de esta poeta que salió de las aulas de nuestra Escuela de Letras y regresa a ellas con la nostalgia y la incertidumbre de quien ya siente pesado el saco y ligera el alma de la palabra:

Mudanza

No niego lo pisado que al partir

me cargo con lo andado te lo digo

lo pujado me lo apresto en las alforjas

no te dejo lo que quedo

en ti cuando me largue

en mí aprehendido llevo

nada dejo atrás

conmigo vienes


Poema: Eleonora Requena