lunes, 12 de enero de 2009

Sacerdotisa




A veces juego con la idea de matarte

(después de todo, querido,

nadie es inocente)

y entonces pienso en sacerdotes antiguos

ataviados de oro y lino blanco,

incienso rumbo a los cielos,

la precisión de la obsidiana afilada

en noches de luna menguante,

un pecho al descubierto,

la tensión rápida y certera

de una mano educada para el puñal,

el placer de los dioses,

la satisfacción del deber cumplido.

Y hay orden de nuevo en el mundo,

la lluvia se derrama por los campos,

el viento hincha las velas aqueas

y la tierra es fértil otra vez,

pero entonces tú te acercas, querido,

con los brazos abiertos

y yo sonrío culpable

besándote la garganta,

las muñecas, la sien.

La vida, allí donde late vulnerable.


Alicia Torres (1960)

Del poemario Fatal (Fundarte, Caracas, 1989)

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